miércoles, 26 de marzo de 2008

El profesor R. L.


Tengo la suerte de ser alumno del profesor R. L., que no sólo es un libro abierto en lo suyo sino que además es un auténtico personaje. Y, se nota, buena persona.

El profesor R. L. nació en 1953, según contó hace poco en una de sus clases. Viste de modo correcto, a pesar que algunas prendas le queden muy justas, sobre todo en la parte de su abultada panza. Es canoso y usa anteojos. Habla despacio y siempre tiene una actitud reflexiva. Le gusta escuchar. Merece respeto, al menos el mío. A veces pareciera el prototipo de abuelo bueno de un cuento, sabio y comprensivo, noble.

Pocas veces realiza una oratoria de su clase sin intercalar en ella una anécdota, una nota de color, que se sale de lo académico aunque no por completo y que resulta graciosa, rica, interesante. Esta característica de él es una de las que más me gustan, sobre todo teniendo en cuenta que dicta una materia difícil, así que con su modo hace las cosas menos dramáticas y más llevaderas.

Hay otro carácter de él que destaco cuando lo pienso y es la vocación con que ejerce su oficio de profesor. Realmente, cumple con eso de ir al paso del más lento; jamás dejará a alguien sin entender algo aunque tenga que repetir la explicación o buscarle variantes a la misma con tal de conseguir el objetivo, que es que sus alumnos aprendamos. Llega puntual y jamás falta. De hecho, no se le conocieron ausencias el año pasado.

Una anécdota sola bastará para terminar con la argumentación sobre este segundo punto acerca de él: en una clase del año pasado, de repente se cortó la luz. No se veía un pomo, ya que las clases son de noche. Y el profesor R. L. llamó a la tranquilidad, dijo que la luz volvería y continuó, con el aula a oscuras, con lo que estaba diciendo, que en este caso no hacía estrictamente a la materia, puesto que estaba comentando que se encontró unos libros en un tacho de basura y los rescató y los estaba leyendo uno a uno.

A lo largo de mi andar estudiantil, he tenido profesores memorables, que recuerdo con simpatía y cariño. También tuve de los otros, para los que tengo odio e insultos. Haberme encontrado, en etapa terciaria, al profesor R. L. es un giro del destino que agradezco profundamente, ya que ir a sus clases, por primera vez en mi vida, me hace sentir eso de ir con sincera alegría, a pesar del cansancio del trabajo, a aprender.

10 comentarios:

Pau dijo...

Es taaaaaan lindo escucharlos!!!!
El mio fue M.S.M., es profesor de linguistica fanaaaaaaatico de Mirta Legrand, entonces en cada ejemplo que nos tenia que dar siempre la citaba a Mirta y alguna de sus peliculas.

Al final de la cursada le podes decir lo mucho que te gustaban sus clases, siempre es lindo que te reconozcan lo bien que haces tu laburo, no?






'ta luego

Pablo dijo...

Qué grande Raúl Lavié, no sabía que daba clases (?).

Martin dijo...

si tuve uno asi en la secundaria, el gran Profe Mejia, que no solo siempre contaba anecdotas divertidas picarezcas y llenas de enseñanza sino que tambien era del "palo" corrigiendo en su casa los examenes con musica de LaRenga de fondo.
Y encima fue el que me hizo fanatico de la aplanadora.

Hoy vengo de la clase de otro que merece respeto, siempre con buena onda y cada receso tira la frase "les gusto la clase?, es la mejor de todas" sabiendo que todosestan de acuerdo a pesar de ser bastante jodida, de esos que te las hacen amenas a pesar de todo.
un abrazo

Anónimo dijo...

Richard Lavolpe! grande bigoton!

Ruibal dijo...

Explosivo que siguiera dando clases sin luz y también que se leyera unos libros que encontró en la basura.

ocus fokus dijo...

que groso kluivert, hiciste que de golpe se me aprecieran todos los profesores que admiré y me pusiste en el aprieto de tener que elegir a uno.
bueno, para mí fue Ruben Dri. Un lujo que solo te podés dar en la Universidad Pública.

Florencia Barone dijo...

Te entiendo Patricio, tuve y tengo muchos profesores a los que me dan ganas de ir a abrazarlos al terminar cada una de las clases. Nunca lo hice porque no me animé :P aunque creo que ya llegará ese momento.
Un beso!


(y si, saca lo de la verificación de la palabra, querés!)

Pablo dijo...

jaja, me acordé que una vez abracé a un profesor al terminar la materia... Resulta que cursé matemáticas del CBC como 3 veces por distintos motivos. Ya estaba harto. La última vez la promocioné, y cuando el tipo me dio el parcial le dije: No lo puedo creer, lo puedo abrazar?!

Y lo abracé ante su cara atónita.
Total, nunca más lo vi...

Kluivert dijo...

Pau, me convenciste: a fin de año, le voy a expresar mi admiración y que sea lo que Dios quiera (?).

Y Pablo, me hiciste explotar con él ¿lo puedo abrazar?

Huinca dijo...

Tuve un gran profesor que se tomaba hasta el agua del canario, pobre. Me acuerdo que rendi un final oral de una de las ultimas materias de la carrera, me convidó un pucho mientras rendia (!) y cada vez que me hacía una pregunta me decía 'no te pregunto para evaluarte, sólo para conversar... por molestar bah'.

Por mi apellido, yo fui el ultimo en rendir y cuando el viejo salió y me dió la libreta, tenía los ojos humedos y me dijo 'te felicito, hoy vos y tus compañeros me hicieron pasar una muy linda tarde'.

EMOCIONNNN NENE!!!