viernes, 30 de noviembre de 2007

Una de perros

A una cuadra de mi casa hay una casa de ventas de autos enorme; como portones tiene un enrejado inmenso y como guardianes, en las noches, dos perros. Uno es blanco y joven y el otro es negro y ya está viejito. Son perros de raza perro, como suele decirse a los que no son de alguna raza en particular, y son mis preferidos, sobre todo si vienen de la yeca.

Hace un par de meses, tuve la suerte de hacer una obra de bien con uno de esos perros.

Era de medianoche, yo volvía de ver a Almafuerte en Obras. El bondi que tomé para justo sobre los portones de reja del concesionario de autos citado, y apenas bajé vi al perro viejito meta y meta a rascar con una de sus patas el suelo de la vereda, al que podía acceder desde adentro del concesionario porque la reja del mismo tiene un espacio libre entre su inicio y el piso.

Intrigado, me acerqué un poco a ver qué pasaba y noté que el perro quería agarrar un par de huesos que estaban encrustados en un pequeño pozo de la vereda y por más que intentaba sin cesar no lo conseguía.

Sin dudarlo, saqué los huesos del agujero y se los pasé por debajo del enrejado. Enseguida, el perro comenzó a masticarlos. Y yo me fui caminando feliz hacia mi casa, por haber ayudado a un amigazo.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Entonces dijo Dios: "Sea la luz", y fue la luz. Dios vio que la luz era buena y separó Dios la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz Día y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y fue la mañana del primer día.

Entonces dijo Dios: "Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas". E hizo Dios la bóveda, y separó las aguas que están debajo de la bóveda de las aguas que están sobre la bóveda. Y fue así. Dios llamó a la bóveda Cielos. Y fue la tarde y fue la mañana del segundo día.

Entonces dijo Dios: "Reúnanse las aguas que están debajo del cielo en un solo lugar, de modo que aparezca la parte seca". Y fue así. Llamó Dios a la parte seca Tierra y a la reunión de las aguas llamó Mares, y vio Dios que esto era bueno. Después dijo Dios: "Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla y árboles frutales que den fruto, según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra". Y fue así. La tierra produjo hierba, plantas que dan semilla según su especie, árboles frutales cuya semilla está en su fruto, según su especie. Y vio Dios que esto era bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del tercer día.




Entonces dijo Dios: "Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche, para servir de señales, para las estaciones y para los días y los años. Así sirvan de lumbreras para que alumbren la tierra desde la bóveda del cielo". Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas. Dios las puso en la bóveda del cielo para alumbrar sobre la tierra, para dominar en el día y en la noche y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del cuarto día.

Entonces dijo Dios: "Produzcan las aguas innumerables seres vivientes, y haya aves que vuelen sobre la tierra, en la bóveda del cielo". Y creó Dios los grandes animales acuáticos, todos los seres vivientes que se desplazan y que las aguas produjeron, según su especie, y toda ave alada según su especie. Vio Dios que esto era bueno y los bendijo Dios diciendo: "Sed fecundos y multiplicaos. Llenad las aguas de los mares y multiplíquense las aves en la tierra". Y fue la tarde y fue la mañana del quinto día.

Entonces dijo Dios: "Produzca la tierra seres vivientes según su especie: ganado, reptiles y animales de la tierra, según su especie". Y fue así. Hizo Dios los animales de la tierra según su especie, el ganado según su especie y los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios que esto era bueno.
Entonces dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra". Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Dios los bendijo y les dijo: "Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra". Dios dijo además: "He aquí que os he dado toda planta que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol cuyo fruto lleva semilla; ellos os servirán de alimento. Y a todo animal de la tierra, a toda ave del cielo, y a todo animal que se desplaza sobre la tierra, en que hay vida, toda planta les servirá de alimento". Y fue así. Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del sexto día.

Así fueron terminados los cielos y la tierra y todos sus ocupantes. El séptimo día Dios había terminado la obra que hizo, y reposó en el séptimo día de toda la obra que había hecho. Por eso Dios bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Dios había hecho. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra, cuando fueron creados.


Hasta ahí, la génesis de todo lo que existió y existe según la Biblia. Al respecto, me pregunto: ¿en serio creen eso los que lo creen? ¿Cómo es posible que sea la religión con más fieles si es más fácil convencer a alguien de que Dios no existe que de lo opuesto? ¿Creerían la mayoría de los argentinos, como lo hacemos, en Dios y la Biblia si nuestro suelo jamás hubiera sido colonizado por España, imponiéndonos su religión, entre otras cosas?

Según Karl Marx, "la religión es el opio de los pueblos".

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Infancia, divino tesoro

"Era una manteca".
Héctor Rodolfo Veira.

"Les doy leche caliente y comemos galletas.
Es lo que todo el mundo debería hacer".
Michael Joseph Jackson.

"Nos vamos a dormir con la chimenea encendida,
los arropo y pongo algo de música".
Michael Joseph Jackson, otra vez.



Hace unos días me puse mi prenda de vestir preferida: la camiseta del Barcelona con la número 9 en la espalda, en el medio, y el apellido Kluivert, arriba.

Por la tarde, estaba en la puerta de un edificio, esperando a alguien, y de repente apareció un nene de unos ocho años, que iba junto a su mamá que llevaba una bicicleta y dos cascos. Y apenas me vio, el grumete (?) gritó: "¡La camiseta de San Lorenzo!", en cámara lenta, lleno de sorpresa, remarcando cada palabra. Y después se acercó hasta mí y me dijo con expresión de admiración: "¡La camiseta de San Lorenzo, como la que usan los jugadores de verdad!".

Sonreí, ya un poco conmovido porque a mí los nenes me emocionan, y descarté por completo decirle que en realidad era la casaca de Barcelona y no la de San Lorenzo. Luego me di vuelta y le mostré que tenía el número 9 y volvió a explotar exclamando: "¡Tiene el número!", como si nunca en su vida hubiese visto una remera de fútbol.

Intercambiamos un par de palabras más, mientras la mamá miraba sonriendo. Había que ver con cuánta dulzura miraba esa mamá a su hijo hablar conmigo.

Se pusieron los cascos y tomaron sus lugares en la bicicleta para irse, pero antes de partir el nene se volvió hacia mí y me gritó, con voz de alegría: "¡Me gusta tu camiseta!", terminando de regalarle así un hermoso momento a mi corazón.


Nota de color (?): foto de Martín Palermo de pibe.


Supongo que sentirse así por compartir algo con un nene tiene que ver con relacionarse con un ser puro, cosa que se vuelve harto complicada cuando uno se relaciona, mayormente, con pares adultos. Esto me recuerda esa frase de la canción Andá a lavártelos de Divididos que dice "lavate los deditos por el asco de crecer". Crecer es ensuciarse. Pero ese es otro tema.

Hace un tiempo, una amiga me contó una anécdota.
Ella caminaba por una vereda y se encontró a un nene jugando a que volaba, con una capa al estilo Superman. Entonces, se acercó a él y le dijo: "Mirá: yo también puedo volar", y se puso a imitarlo, haciendo que volaba. Pero el nene, serio y seguro, le contestó: "No, vos no podés volar. Yo sí", y siguió volando.
También tengo presente otra anécdota al respecto de este tema, en esta ocasión de un amigo. Pueden leerla haciendo click acá. La recomiendo mucho.

Para ultimar esta entrada --no sin antes aclarar que los epígrafes obeceden a anticiparme a los chistes y acusaciones que podrán hacerme los malvados (?) de siempre-- quiero dejar copiada la letra de la canción Crecer de Attaque 77, que si bien no es una banda que escucho, tiene este tema que me gusta y emociona:


Crecer

Papá puede arreglarlo
él siempre lo arregla todo
mamá puede traer la luna
qué bueno es que me cuiden los grandes
quiero eso, comprame
en andas llevame
historias contame

Con el tiempo yo crecí
sólo por decirlo así

Viviendo en contra del tiempo
atado a viejos recuerdos
un mundo de fantasías
no quiero crecer
ni ser responsable
seguro y estable
yo quiero juguetes
y dulces
y buenos tratos
no quiero compromisos
ni hacerme cargo

Aunque nunca sea así
aunque todo tenga un fin
Si existe un lugar así
yo quiero ir
si existe un lugar mejor
no digas que no
quiero el brillo en mis ojos hoy
igual que lo tuve ayer
yo quiero volver atrás
yo quiero volver
y no crecer más.




Odio que Riquelme juegue al fútbol con cara de culo

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Si el tacho de basura de la cocina está tan cerca...

El lunes, cuando llegué al trabajo, sucedió algo que me indignó.

Apenas me senté en la silla, frente al escritorio, noté algo que sobresalía del pequeño tacho de basura que está a un costado de mis pies: una botella de agua de dos litros, que alguien dejó ahí vaya a saber uno por qué.

Lo que más me molestó fue que por poner la botella ahí, que no entraba, se desbordó lo que ya había en el cesto, y eso no le importó al responsable puesto que encontré la basura en el piso, alrededor del tacho.

Indignado, procedí a tirar la botella en el gran tacho de basura que está en la cocina, ubicada a menos de veinte pasos de mi escritorio, y luego junté la basura que quedó tirada alrededor de mi cesto.

Una vez que terminé con eso, mandé un e-mail a toda la empresa, que copio a continuación:

Título: Si el tacho de basura de la cocina está tan cerca...

Contenido: Al que dejó una botella de dos litros de agua en mi tacho de basura, a pesar de que no entrara: seamos buenos, por favor.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Partidarios de la solución final

"Qué grande se ha hecho la franja
entre el arriba y abajo
Uno se van pa Miami
otros se van al carajo".
Cosas que pasan, Almafuerte.



Hace un tiempo, tuve que cumplir con una obligación laboral: participar de una cena con gente del ámbito empresarial; recepcionistas, empleados administrativos, vendedores, gerentes y dueños.

A mí no me gusta la gente que pertenece a ese rubro, del que por el momento también soy parte. De esta oración se desprende que no me gusta lo que soy, puesto que no me gusta la gente que es parte de lo que soy parte. Efectivamente, en tanto empleado de una empresa, no me gusta lo que soy. Pero ese es otro tema, distinto al que quiero referir en esta entrada.





En un momento de la conversación que tuvo lugar en dicha cena, se tocó el tema de la gente que vive en la calle, y absolutamente todos los que expresaron alguna opinión señalaron cosas como que es "una barbaridad" esa situación, puesto que "es indignante que en barrios de familia" aparezcan por ahí "linyeras que encima hacen de todo; cagan y mean y duermen sin importarles nada".

También hubo coincidencia en afirmar que ese "problema" no tendría nunca solución, ya que "no se los puede mandar a ningún lugar" y tampoco "se les puede dar vivienda porque cualquier cosa que se les de no la van a saber usar y valorar, porque no saben nada, no tienen educación, cultura ni nada".

Como conclusión, alguien dijo que lo único que se puede hacer es "agarrar una topadora y pasarlos a todos por arriba y a otra cosa". Las carcajadas que prosiguieron a esa propuesta fueron muestras de coincidencia.

Yo, mientras, entre embroncado y triste por la impotencia que sentía y por elegir callar y conservar mi trabajo sin problemas, me fui en silencio al baño, humillado y ofendido, tal como permanecí durante toda la charla.

Me cuesta comprender que la gente en situación de calle, antes que lamento o deseos de ayudarlos, despierte rechazo y odio en los otros.
Y me asusta pensar que si entre las opciones de la encuesta en tono de broma que puse --si hubiera que matarlos a todos, por quién empezaría--, hubiese puesto la opción "Pobres", muchos la hubiesen escogido, satisfechos, seguros, felices.

Odio que se despidan de mí diciéndome "cuidate"