Hace un par de días, encontré algo en mi casa que me conmovió.
Resulta que estaba frente a la biblioteca --lugar que, lo confieso, no visito con frecuencia-- buscando algo para leer mientras hacía tiempo, y entre los cientos de libros que hay ahí, vi dos joyas, dos tesoros de mi infancia: dos libros que formaban parte de la Biblioteca Temática Educacional Anteojito.
Eran los tomos 21 y 22 de esa colección y estaban dedicados a la recopilación de fábulas con moraleja.
Mientras escribo esta entrada, tengo al número 22 a un costado. En la primera hoja aclara: "Este ejemplar integra la edición número 1.169 de revista Anteojito de 13 de agosto de 1.987".
A continuación pego la imagen del libro; tal vez alguien lo haya leído de chico y, mirándolo, pueda vivir un grato momento, como me pasa a mí cada vez que lo miro.
Me despertó muchas sensaciones abrirlo y notar que recordaba las fábulas y sus moralejas, los personajes y las ilustraciones. Todo. Y ni hablar de lo emocionante que fue volver a leerlo, después de más de quince años. No pude evitar pensar en lo loco, extraño, maravilloso que es que estaba leyendo algo que leí de nene. Es una estupidez, lo sé, pero es lo que sentí, como que me resultó mágico que el joven que soy ahora, tenga en sus manos y lea algo con la misma pasión con que lo hizo el niño que fui. Todo con (?).
Para finalizar esta simple entrada, transcribo y comparto dos de las fábulas de este libro. La ilustración de la tapa es la misma del primero de ellos: El oso y los dos amigos.
Bueno, y ya que estamos, aprovecho para dejar mis deseos de felices fiestas para todo aquel que pase por este blog. En la víspera de Navidad y Año Nuevo, había que ser bueno (?) y dejar algo de Cosas lindas (?).
El oso y los dos amigos
Dos amigos que paseaban por el bosque se vieron de pronto sorprendidos por un oso enorme y de temible aspecto. Uno de ellos, que era muy ágil, sólo pensó en salvarse, y corriendo a todo lo que daban sus piernas consiguió alcanzar el seguro refugio de un árbol, al cual trepó sin pensar siquiera en prestar ayuda a su amigo.
Este, al comprender que ya no podía huir, se tendió sobre el pasto y trató de quedarse inmóvil.
El oso se acercó despacio a él, dio algunas vueltas alrededor de su cabeza, lo olfateó cuidadosamente, pero como el hombre no se movía, lo creyó muerto y se marchó.
El amigo, que había presenciado toda la escena desde las ramas del árbol, se bajó entonces y, solícito, quiso ofrecerle su tardía ayuda.
Lo abrazó, contento por encontrarlo ileso, y luego, comentando la gran suerte que había tenido, le preguntó:
--Noté que el oso te confiaba un secreto. ¿Qué te dijo tan despacio?
--Me dijo --contestó el otro-- que nunca se debe confiar en quienes, llamándose amigos, nos abandonan cuando ven un peligro cercano.
Moraleja: Recuerda esta verdad que ahora te digo: quien huye y te abandona, no es tu amigo.
La zorra y el leñador
Una zorra, acosada por unos cazadores, vio a un leñador y le rogó que le permitiera esconderse en su cabaña. El hombre la hizo entrar, y no bien la zorra lo hubo hecho, llegaron los cazadores, quienes inquirieron al leñador si había visto pasar a la raposa. El hombre respondió que no, pero sólo de palabras porque, al mismo tiempo, les señalaba con la mano el lugar en que el animal se hallaba oculto.
Los cazadores no entendieron el gesto, pero en cambio dieron crédito a las palabras, de modo que se marcharon. La zorra aprovechó para huir, sin hacer comentario alguno.
--¡Detente, desagradecida! --la llamó el leñador--. ¿Así te marchas, después que te salvé la vida?
--¡Hubiera agradecido tu acción si tus gestos hubiesen estado acordes con tus palabras! --contestó la zorra mientras se alejaba.
Moraleja: No creas en quien habla bellamente, si en sus acciones no obra rectamente.
12 comentarios:
¡Primero, manga de caretas! (?)
Durísimas ambas fábulas, que nos muestran sin tapujos (?) la debilidad que hay en la naturaleza de los hombres. Asimismo, nos enseña cuán sabios son los animales, especialmente los que hablan (?)
Sólo quiero agregar que dedico esta actualización a mi amigo Stafuza, al que le mando un gran saludo y abrazo.
Al leer estas fábulas pude entender un poco más de lo chiquitos que somos (?) y que el universo es inmenso (?) y que los extraterrestres existen, porque es muy soberbio (?) creer que estamos sólos en el mundo (?).
Muy buenas las fábulas, la del oso es mortal. La tenía clarísima, falta un segundo episodio donde se morfe al veleta del árbol. La fábula tiene final abierto.
Kluivert, Feliz Navidad.
Feliz Navidad amigo Patrick!!
y para todos los lectores de este blog. Jojojo
Feliz Navidad para todos.
Hablando de infancia, me encantaban las navidades cuando era chico y las festejábamos todos juntos en casa.
Que turro ese amigo! Yo pensé que el que se hacía el muerto le iba a pasar el dato al oso para que se morfara al amigo, cosa que mezclaría la fábula 1 con la 2.
Lo mortal es el dibujo del oso y el flaco en la foto.
Son lindas las bibliotecas de las casas, porque siempre se encuentran cosas muy bizarras,m interesantes y viejas. En la de mi casa había una colección para aprender Inglés de la BBC, que creo que nunca fue utilizada, incluso hay ejemplares que todavía están con su respectivo folio.
Me fui por las ramas.
Saludos a todos!
Pmc27, la de los libros con folio inclusive también pasa en la biblioteca de mi casa. Es de no creer. Y encima no es que son de una semana, sino que hace años que están ahí. Tal vez una década incluso.
Kluivert,
Le deseo un alegre año nuevo, el leer este posteo de hoy me emociona hasta el último pelo encarnado de mi ocote.
¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas veces leí sendas fábulas!
Lo banco, como siempre
Siga así que viene bien
Ing. Jean Chichè
Feliz navidad
y que vuelva anteojito, carajo!
Yo siempre fui de Anteojito, nunca me banqué el Billiken.
klui!
qué maravilloso recuerdo has traído a mi memoria!
aún recuerdo el tacto de esas hojas rústicas pero plagadas de enseñanzas... gloria a la colección larousse! anteojito not dead!
saludos afectuosísimos,
p
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