jueves, 27 de diciembre de 2007

Como bueyes

¡Atención, damas y caballeros! Tengo el honor de presentar un proyecto que hice junto a mi amigazo Guillermo Ruibal. El mismo consiste en un blog y se llama Como bueyes.

En él vamos a dar nuestras opiniones sobre distintos temas, como buenos hijos de Ned Flanders y María Leal que somos, comprometidos con los que consideramos valores justos y de buena hermandad.

Como verán, si entran, nos dedicamos con ahínco al blog, tanto que hasta le pusimos un título con imagen y unas fotos acompañando los nombres de las secciones, cosas que jamás se vieron en otros blogs.

No me queda más que pedirle, por favor, al que lea esta entrada, que le de una oportunidad a Como bueyes.

Saluda con amor (?),
Kluivert

viernes, 21 de diciembre de 2007

Quien huye y te abandona, no es tu amigo

Hace un par de días, encontré algo en mi casa que me conmovió.

Resulta que estaba frente a la biblioteca --lugar que, lo confieso, no visito con frecuencia-- buscando algo para leer mientras hacía tiempo, y entre los cientos de libros que hay ahí, vi dos joyas, dos tesoros de mi infancia: dos libros que formaban parte de la Biblioteca Temática Educacional Anteojito.

Eran los tomos 21 y 22 de esa colección y estaban dedicados a la recopilación de fábulas con moraleja.

Mientras escribo esta entrada, tengo al número 22 a un costado. En la primera hoja aclara: "Este ejemplar integra la edición número 1.169 de revista Anteojito de 13 de agosto de 1.987".

A continuación pego la imagen del libro; tal vez alguien lo haya leído de chico y, mirándolo, pueda vivir un grato momento, como me pasa a mí cada vez que lo miro.




Me despertó muchas sensaciones abrirlo y notar que recordaba las fábulas y sus moralejas, los personajes y las ilustraciones. Todo. Y ni hablar de lo emocionante que fue volver a leerlo, después de más de quince años. No pude evitar pensar en lo loco, extraño, maravilloso que es que estaba leyendo algo que leí de nene. Es una estupidez, lo sé, pero es lo que sentí, como que me resultó mágico que el joven que soy ahora, tenga en sus manos y lea algo con la misma pasión con que lo hizo el niño que fui. Todo con (?).

Para finalizar esta simple entrada, transcribo y comparto dos de las fábulas de este libro. La ilustración de la tapa es la misma del primero de ellos: El oso y los dos amigos.

Bueno, y ya que estamos, aprovecho para dejar mis deseos de felices fiestas para todo aquel que pase por este blog. En la víspera de Navidad y Año Nuevo, había que ser bueno (?) y dejar algo de Cosas lindas (?).

El oso y los dos amigos

Dos amigos que paseaban por el bosque se vieron de pronto sorprendidos por un oso enorme y de temible aspecto. Uno de ellos, que era muy ágil, sólo pensó en salvarse, y corriendo a todo lo que daban sus piernas consiguió alcanzar el seguro refugio de un árbol, al cual trepó sin pensar siquiera en prestar ayuda a su amigo.

Este, al comprender que ya no podía huir, se tendió sobre el pasto y trató de quedarse inmóvil.

El oso se acercó despacio a él, dio algunas vueltas alrededor de su cabeza, lo olfateó cuidadosamente, pero como el hombre no se movía, lo creyó muerto y se marchó.

El amigo, que había presenciado toda la escena desde las ramas del árbol, se bajó entonces y, solícito, quiso ofrecerle su tardía ayuda.

Lo abrazó, contento por encontrarlo ileso, y luego, comentando la gran suerte que había tenido, le preguntó:

--Noté que el oso te confiaba un secreto. ¿Qué te dijo tan despacio?

--Me dijo --contestó el otro-- que nunca se debe confiar en quienes, llamándose amigos, nos abandonan cuando ven un peligro cercano.

Moraleja: Recuerda esta verdad que ahora te digo: quien huye y te abandona, no es tu amigo.

La zorra y el leñador

Una zorra, acosada por unos cazadores, vio a un leñador y le rogó que le permitiera esconderse en su cabaña. El hombre la hizo entrar, y no bien la zorra lo hubo hecho, llegaron los cazadores, quienes inquirieron al leñador si había visto pasar a la raposa. El hombre respondió que no, pero sólo de palabras porque, al mismo tiempo, les señalaba con la mano el lugar en que el animal se hallaba oculto.

Los cazadores no entendieron el gesto, pero en cambio dieron crédito a las palabras, de modo que se marcharon. La zorra aprovechó para huir, sin hacer comentario alguno.

--¡Detente, desagradecida! --la llamó el leñador--. ¿Así te marchas, después que te salvé la vida?

--¡Hubiera agradecido tu acción si tus gestos hubiesen estado acordes con tus palabras! --contestó la zorra mientras se alejaba.

Moraleja: No creas en quien habla bellamente, si en sus acciones no obra rectamente.


jueves, 6 de diciembre de 2007

Cosas de peloteros

"Las Pelotas es un sentimiento
no se explica, se lleva bien adentro
y por eso te sigo adonde sea
Las Pelotas hasta que me muera".
Cántico popular de la fanaticada pelotera.


Allá por el 2.002, Las Pelotas tocaba en sus conciertos canciones que en su momento eran nuevas y que formarían parte de lo que terminó siendo Esperando el milagro, disco que salió en el 2.003.

¡Qué linda época para los peloteros que fue aquella! Ir a verlos a Cemento, Hangar o al Showcenter de Haedo, junto a quinientas personas como mucho y pagando $ 8 como máximo. Y tocaban a las dos o tres de la mañana. Y eso de escuchar el recital de siempre pero con canciones nuevas que te hacían sentir que no podías esperar por tener el nuevo disco para escucharlas una y otra vez hasta romperlo de tanto darle. Era impresionante.

En ese entonces me tocó vivir dos hechos que no olvidaré:

El primero de ellos fue en un recital en el Showcenter de Haedo, al que fui con mi amigo Leo. Tuvimos que llegar varias horas antes porque así nos lo pidió un contacto (?) de mi amigo que nos haría pasar sin pagar. Lo que no sabíamos era que el pase de arriba incluiría ¡ver la prueba de sonido de Las Pelo!

Nos mirábamos y no lo podíamos creer. Las Pelotas tocando sólo para nosotros dos, que no nos animanos ni a saludarlos; nos limitamos a sentarnos y escuchar y ver. Hicieron un par de canciones nuevas, que nos hipnotizaron y nos dejaron tarareándolas largo tiempo.

El estribillo de una decía "No me digas que..." y el de la otra "Vivimos como cuervos, suspirando penas...": la primera apareció en el disco como Tomas X y la segunda como Esperando el milagro y con el estribillo distinto al que lo conocimos esa vez.

Ambas son de Germán Daffunchio. Alejandro Sokol, el cantante principal de la banda, de hecho, no estaba en la prueba de sonido. Llegó directo para el recital, como tiene que ser en su caso, por supuesto.




Magia: Corderos en la noche (1.991), primer disco de Las Pelotas.




El otro suceso que viví en torno a Las Pelotas en aquella época fue cuando empezó a rotar por la Rock and Pop Será, como adelanto de Esperando el milagro.

Me resulta imposible trasladar a este escrito la alegría, la felicidad que sentí cuando la escuché por radio por primera vez. Es que de todas las canciones nuevas que hacían en los recitales, esa era la que más me gustaba; no sabía cómo se llamaba, sólo sabía que en el estribillo decía "Será por ti será por mí, será por todo lo que fuimos...".

Y quería grabarla, pero nunca la enganchaba para hacerlo. Entonces agarré y le mandé un e-mail a Lalo Mir, que en su momento conducía en la Rock and Pop "Animal de radio", pidiéndole por favor que pasara "el nuevo tema de Las Pelotas que en el estribillo dice...". Y, cosa maravillosa (?), Lalo leyó mi e-mail, me mandó un saludo y pasó el tema, que grabé y escuché un millón de veces.

Hoy, a pesar que el último disco de Las Pelo, Basta, fue el que menos me gustó de toda la discografía de la banda y que incluso no la pasé bien en el último recital de ellos al que fui, en Ferro, atesoro y rememoro aquellos recuerdos con fuerza y me da alegría. Esa alegría que sólo Las Pelotas puede dar y que sólo un pelotero puede entender.